EXPERIMENTANDO A DIOS EN MEDIO DE LA OSCURIDAD

 



Muchas personas creen que la experiencia con Dios siempre será emocionante y placentera, pero la mayoría de las veces no es así, ni siquiera es tan notoria como esperamos. En medio de momentos difíciles no podemos ver la obra que Dios está haciendo en nosotros, pero lo que si notamos con facilidad es el dolor y la tristeza que estamos pasando, y muchas veces nos vemos tentados a creer que Dios se ha distanciado de nosotros, que nos ha olvidado, que no está actuando.


Ser cristiano en momentos buenos y placenteros es muy fácil. Cuando hay claridad, cuando el cielo está despejado es fácil adorar a Dios, pero cuando empiezan a aparecer nubarrones y el cielo se oscurece, se puede conocer lo que en realidad hay en nuestro corazón. Job es un gran ejemplo de cómo experimentar a Dios en medio de la oscuridad y los tiempos difíciles. La biblia lo describe como un hombre recto, temeroso de Dios y apartado del mal. Como resultado de una conversación entre Dios y Satanás (Job 1:6-22), el mundo de Job se vino abajo. Job lo perdió absolutamente todo, sus siervos, sus negocios, sus ganados, y a todos sus hijos. Él rasgo sus ropas en su dolor, pero se postró en tierra y adoró.

Para hacer el mejor vino
las uvas deben ser exprimidas 
con fuerza.

Dios permite que en ocasiones pasemos por el dolor para sacar lo mejor de nosotros, porque en nuestros momentos más difíciles somos purificados, y es allí donde aprendemos nuestras mejores lecciones. Es maravilloso cuando durante esos momentos adoramos a Dios y confiamos en él de una manera que no dependerá de si Él hace o no que sucedan cosas buenas. En medio de la terrible perdida, Job dijo de Dios: “He aquí yo iré al oriente, y no lo hallaré; Y al occidente, y no lo percibiré;  Si muestra su poder al norte, yo no lo veré; Al sur se esconderá, y no lo veré.” (Job 23:8-9). Job no lograba ver a Dios en nada de lo que sucedía, sin embargo dijo “Mas él conoce mi camino; 
Me probará, y saldré como oro”. Las pruebas vienen para purificarnos y luego de pasar por ellas somos más fuertes, más capaces, y más puros delante de Dios.

Cuando estamos en medio de la oscuridad no vemos hacia dónde vamos. Job no tenía idea de por qué esto le estaba sucediendo ni cómo iba a terminar, pero su fe fue tan grande que dijo, “He aquí, aunque él me matare, en él esperaré; No obstante, defenderé delante de él mis caminos,” (Job 13:15). Cuando nos acercamos a Dios nuestra vida puede ser como arcilla quebrada o como un metal sucio, pero de la misma manera que un metal precioso es refinado en el fuego, Dios toma las piezas y nos purifica como al oro. Experimentar a Dios en la oscuridad implica permanecer fielmente arraigaos en Él, confiando en Él, para que entendamos que nuestra roca es Él, y llegará el día en que podamos decir como Job: “De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven.” (Job 42:5).

En medio de la tempestad debemos tener presente que las promesas de Dios son eternas y eficaces ¡jamás lo dudemos! 

Dave Jeremiah escribió en su libro “Señales de la vida” la siguiente historia:

“El doctor Donald Grey, un famoso predicador, vivió en Francia en la época de su adolescencia. Sobre la mesa de su casa, siempre se encontraba una cajita pequeña, llamada caja de promesas, que contenía unas 200 palabras de promesas de la biblia. Cada vez que necesitaban una palabra de consuelo, su familia sacaba una promesa y la leían. Había una joven a quien Donald le predico el evangelio. Ella venía a visitar su casa muy a menudo, y viendo como ellos sacaban un pasaje bíblico de la caja y lo leían, se armó una caja para ella.

Pasaron los años, y ya era una mujer adulta cuando estalló la guerra mundial. En medio de escasez extrema, sus hijos fueron perdiendo peso hasta quedar en puro hueso. Un día, lo único que había para comer eran cáscaras de papa. Inmensa en la desesperación, mirando la caja de promesas, la mujer dijo: “Señor, oh Señor, ¡Sálvanos! ¿En verdad hay palabras de promesas para mi dentro de esta caja?” Extendió su mano y quiso tomar una promesa de la caja, pero como sus ojos se habían llenado de lágrimas, no vio y volteo la caja. La caja se volcó y cayeron las palabras de promesas por todos lados, sobre sus rodillas, sobre el piso… En ese momento, la mujer comprendió algo muy importante. Que no solamente la palabra que ella elegía de la caja era eficaz, sino todas las promesas de Dios. Luego de esto, ella recupero fuerzas y gozo indescriptibles, y en los momentos de mayor desesperación pudo depender de la providencia de Dios.”

Cuando no entiendas lo que suceda, cuando creas que Dios te ha olvidado, lee la historia de Job y recuerda que a los hijos de Dios todas las cosas, todos los procesos, todas las adversidades nos ayudan a bien y todas tienen un propósito.


Para reflexionar: ¿Qué lecciones me ha enseñado mi Padre Celestial durante los momentos de mayor tempestad en mi vida? ¿En medio de la oscuridad puedo depender de sus promesas para seguir adelante?


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